LA CAJA MÁGICA DE LA SINCERIDAD

 

Juana, Marco y Luna vivían en un pequeño barrio llamado Calle del Sol. Eran inseparables, compartiendo risas, secretos y aventuras. Pero, como todo grupo de amigos, también enfrentaban desafíos. Un día, Juana encontró una vieja caja de madera en el desván de su casa. Dentro, halló tres cuadros: uno con la palabra “Verdad”, otro con la palabra “Mentira” y el tercero en blanco. La abuela de Juana le explicó que esos cuadros eran mágicos. Cuando alguien decía la verdad, el cuadro “Verdad” se iluminaba; cuando mentían, el cuadro “Mentira” brillaba. El cuadro en blanco representaba la elección entre ambos caminos.

Marco, siempre curioso, decidió probarlo. Contó una pequeña mentira sobre su tarea escolar. El cuadro “Mentira” se iluminó, y Luna lo miró con tristeza. Juana, en cambio, eligió decir la verdad sobre un error que cometió en el examen. El cuadro “Verdad” brilló intensamente. A medida que pasaban los días, los tres amigos enfrentaron situaciones difíciles. Marco mintió para impresionar a otros, pero el cuadro “Mentira” siempre lo delataba. Luna, en cambio, prefirió ser sincera, incluso cuando eso significaba admitir sus miedos o errores.  Juana, observando a sus amigos, se dio cuenta de que la sinceridad era el camino más valiente.

Un día, Juana encontró al abuelo de Marco llorando en el parque. Le confesó que había perdido su anillo de bodas. Juana y Luna decidieron ayudarlo a buscarlo. Marco, avergonzado, admitió que había tomado el anillo para impresionar a su novia. El cuadro “Mentira” brilló, pero Marco también vio el cuadro en blanco. Tomó una decisión: devolver el anillo y pedir disculpas.

 

Los tres amigos aprendieron que la sinceridad no siempre era fácil, pero era esencial para mantener su amistad. El cuadro en blanco les recordaba que cada elección tenía consecuencias. Así, en la Calle del Sol, la sinceridad se convirtió en su mayor tesoro, más valioso que cualquier anillo perdido. Y así, Juana, Marco y Luna crecieron, llevando consigo la lección de aquellos cuadros mágicos. En su barrio, la verdad brillaba más que cualquier mentira, y su amistad se fortaleció con cada palabra sincera. 

ALEXA LILIANA ORTIZ ARENAS

Docente

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